Expectativas de logro.

Bueno, resulta que yo no quiero madurar... No quiero tener que adecuarme a sus vestimentas, sus dialectos o sus horarios; resulta que yo no quiero vivir a sus maneras: no quiero ser una figurita repetida de esas que abundan y aburren con sus trajes negros y paso firme. No necesito nada de lo que el mundo de los adultos -lleno de dudas, problemas y preocupaciones- tiene para ofrecerme.

 Y si, tal vez están leyendo el pensamiento más estúpido e infantil que se imaginaron; les doy la razón. Pero también resulta ser que quiero vivir con 18 años el resto de mi vida, quiero seguir escuchando mi música y que sigan vivas esas ganas de saltar tan alto cada vez que escuche los primeros acordes de mi tema preferido, quiero ir a tantos recitales como días me quedan, quiero tener cicatrices tatuadas en la piel, quiero cambiar el color de mi pelo unas 36 veces,  no quiero dejar cuentas pendientes en mi lista de cosas por hacer ni tampoco preocuparme por el orden o la organización, nunca creí en esas cosas. 

 No quiero tener el futuro de la ama de casa que se levanta a prepararle el desayuno a la familia para después pasarse el día fregando calzoncillos de el supuesto marido ejemplo, ese que nunca vuelve antes de las 4 de la mañana porque vos sabes... siempre le quedan trabajitos pendientes, reuniones sin previo aviso a las cuales no puede faltar. No quiero criar a mis hijos con la filosofía del ratón perez o los reyes magos, no quiero casarme por iglesia ni usar un vestido blanco. Odio planchar camisas, no esta en mis planes especializarme en el tema. No quiero pagar para que me pinte las uñas alguna señora chusma, empleada de ese salón de belleza bizarro que queda a dos cuadras de casa, es más... me gusta cuando el esmalte se empieza a saltar solo, le da actitud. No quiero tener que preocuparme por el precio del dolar o por el mercado de divisas, desconosco el significado del Merval y puedo vivir tranquila con mi ignorancia financiera. 

 Admito que me gustaría encontrar alguien con quien compartir este pensamiento, alguien que entienda de lo que hablo. Sin dudas ese alguien se aleja del concepto de empresario exitoso y se parece mucho a un rockstar frustrado, pero con mucha actitud y sentido del humor. Esta bien por mi, no busco fortunas... solamente que comparta mis preferencias, planche sus camisas y lave sus calzoncillos. Importante también seria que sea capaz de soportarme a mi, no es un trabajo fácil.

 No quiero convertirme en una adicta al trabajo -aunque eso si que es muy poco probable que suceda- y llegar a casa sin ganas de vivir porque se me paso el tiempo en la oficina fichando papeles, quiero ser dueña de mi tiempo.

 Lo que menos quiero es, cuando me toque la edad de la menopausia, terminar escuchando Luis Miguel, Arjona o a alguno de esos pateticos vejestorios que solamente le cantan al amor y de una manera particularmente repulsiva. No quiero convertirme de repente en una de las nenas de Sandro o el gil de turno. Me odiaria por eso.

 Tener 75 años y sentarme en la mesa a comer con mis nietos usando una campera de cuero con tachas, el pelo todavía despeinado con algún vestigio de color para recordar los buenos tiempos, el jean roto en la rodilla y los ojos delineados de negro. Seguir hasta los 110 y entregarme con la total y absoluta satisfacción de no haberme rendido ante la masa que engloba la gente común, y que llegue de sorpresa el día de mi muerte mientras me dormía, pensando en lo maravillosos que fueron mis días mientras en mi cabeza suena un tema de los Ramones. Así es como quiero vivir.