20.2.12

Mi perra dinamita

 Cata fue el último regalo que le pedí a Papá Noel. Llegó un tiempo después de Navidad, pero al fin llegó. Me regalaron a Cata con un moño rojo, ya tenía un año cuando la conocí y era realmente hermosa. Su simpático remolino en la nuca la hacia adorable, y a la vez la convertía en única... nunca entendí bien porqué en el criadero la consideraban fallada, para mi siempre fue una alegría con cuatro patas y orejas largas.
 Catalina solía usar chupete y saco de lana, con el tiempo pude enseñarle a jugar con la pelotita y también le perdió el miedo al mar. Cata estuvo ahí en todas mis tardes, esperandome en la puerta con ese ladrido tonto que le brotaba cada vez que me veía llegar. Y cuando hacía calor se tiraba al piso en pose "pollo al spiedo" y cuando venía el frío se subía al sillón cuando mamá no la veía.
 Un montón de momentos se me convierten en lágrimas ahora que los vuelvo a pensar, cuántas veces habré ignorado sus llamados de atención y hoy la extraño tanto...
 Catalina está conmigo otra vez, después de casi dos meses de un desafortunado encuentro donde la pirotecnia y el festejo de año nuevo me la arrancó de repente. Dos meses vivió con esa familia que la encontró perdida y desorientada entre tanta bomba, la familia que la cuidó, la familia que me buscó, la familia que hoy siento es más su familia que yo.
 Cata está conmigo pero me desconoce, ya no ladra cuando llego, ya no ladra más. Sus ojos desorientados me dicen que no saben de que le hablo cuando le digo que la quiero y más que nunca, hoy soy una nueva en su vida y me parte el alma. ¿Cómo pudo olvidarse de mí en tan poco tiempo? ¿Qué paso con tu vida Cata que hoy ya ni siquiera sabés como hacer un pozo? ¿Y cómo voy a enseñarte a salir entre las rejas o a abrir la puerta si no puedo lograr que te levantes del colchón? A Cata se le vino toda la vida encima de repente y hoy está tan frágil que sólo puedo sentir que la estoy perdiendo, que la perdí el 31 de diciembre y que quizás ya nunca la encuentre de nuevo.
 Debería estar feliz, pero estoy muy triste. Se murió en su corazón la parte que tenía mi nombre, la dejé morir y no hice nada al respecto.

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