9.8.10

Tarde

 Pasaron tantos días y aún hoy tiene grabado en la mente aquella mirada dulce, la imagen de esos gloriosos días donde todavía veía la luz del sol y el abrazador aroma de su perfume inundaba el lugar. No había problema que simulara ser lo suficiente importante como para dejar de pensar en su inocente sonrisa ni circunstancia más importante que quererla cada minuto un poco más. Eran tan jóvenes que no supieron advertir la amenaza que el mundo entero significaba, es cierto que a las personas les molestan los finales felices.
 Lentamente los rumores comenzaron a correr como un letal veneno para el que sus ingenuos corazones no conocían antídoto. Sin darse cuenta, poco a poco comenzaron a destruirse el uno al otro sin piedad hasta reducir todo a cenizas.  No hicieron falta las palabras, ella simplemente tomó su bolso azul y atravesó la puerta sin saludar. Él por su parte decidió que lo mejor era borrarla de su mente, ignorar y pretender que nada de eso había sucedido.  Admitieron que no funcionaría y decidieron no perder más el tiempo. No existía un "nosotros" pero estaban decididos a eliminar incluso la posibilidad.
 Ella cambió su domicilio a una pequeña habitación en el corazón de París, donde un simpático buen hombre la conquistó, logrando que ella le jurara amor eterno. Él no era un tipo de compromisos, prefería evitar las presiones y simplemente dejar que las cosas tomen su curso libremente, tal como se acostumbra en New York. Y aunque a veces intercambiaban alguna pregunta de cortesía, nunca volvieron a hablar del tema. 
 Si, eso hicieron, simplemente callaron. Negaron con la cabeza lo que sentían con el corazón. Lo encerraron en una oscura habitación y hasta decidieron dejar de  alimentarlo, creyendo que la muerte era sólo cuestión de tiempo. Ignoraron que los asuntos sin resolver, aunque se los intente aniquilar, nunca logran descansar en paz.
 Escondido en aquel rincón oscuro, aún respira. Prisionero de sólidos y fríos barrotes pasa su tiempo buscando estrategias para eludir la seguridad que su oscura celda posee, desesperado por gritar aquello que le robó la voz cuatro años atrás. Y cuando ellos menos se lo esperan, ejecuta su plan maestro. Primero los debilita y luego se las ingenia para escaparse; logrando que ella repita entre sueños su nombre, haciendo que él recuerde el sabor de sus labios. Ambas cabezas se cuestionan al unísono ¿Qué hubiera pasado sí...? y se deleitan por un instante con un supuesto presente diferente, uno que quizás hubiera sido mejor...
 Resistir la tentación de volver a verla, de recordar lo que se sentía tenerla tan cerca se vuelve ahora una tarea imposible. La posibilidad es más remota aún, El y Ella ya no son los mismos. Tarde. -Quizás en otras vidas... Quizás en otras  muertes- se dijo a sí mismo. Suspiró y dejó caer su cabeza en la almohada una vez más, rogando tener la suerte de volverla a encontrar en sueños esta noche.








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