¿Quién diría que la libertad se me concedería cuando yo me creía tan prisionera? Qué extraño resulta descubrir que tus palabras no me golpean, tu veneno ya no me pega; que a pesar de haber sangrado tanto, aún conservo un poco de lo que fui y que todo sigue estando igual de bien (o mejor).
Tuve razón en confiar, siempre fuiste de tomar las más correctas decisiones.
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