5.5.12

 El tiempo lo destruye todo. Y no lo digo yo, lo dice mi querido Nietzche. Y cuánta razón que tiene.
Esta frase hizo nido en mi cabeza hace un par de días y parece no tener ganas de irse. Últimamente el pensamiento permanente se relaciona con lo trágica que es la vida, aún cuando me toca estar quizás en mi mejor momento.
 Estoy feliz, no tengo intenciones de ocultarlo. Encontre al opuesto complementario y dejenme contarles que no paro de repartir sonrisas, porque así estoy. Contenta, completa. No hay nada más que pueda pedir, no existe otra cosa para mejorar.
 Cada minuto que pasamos juntos siento que se me escapa sin darme cuenta. Es cierto que son inmejorables. Es cierto que son irrepetibles.
 Son irrepetibles, quizás sean los últimos y yo no me estoy dando cuenta. Porque todos lo sabemos... nada es para siempre. Y eso es trágico. Es trágico pensar que -quizás mañana, quizás en un mes, quizás en muchos años- esto que nos pasa se va a acabar y sin darme cuenta un día me voy a despertar sola otra vez. Quizás me odies, quizás ya nunca te pueda volver a ver la cara. Y esto se va a terminar, como todo en la vida, como la vida misma. Así de fácil.
 Estoy llena de miedos, te siento tan mio que ni siquiera puedo considerar la idea de que te vayas de acá. Llegaste tan rápido, revolucionaste tantas cosas en tan poco tiempo que tengo miedo de que desaparezcas del mismo modo. ¿Qué va a ser de mí sin vos? Yo ya no soy la misma, ya me acostumbré a tus modos, a tus hábitos, a tus canciones, a tus besos. Tanto me acostumbré que no sé ser yo si no estás. Suena a cliché, suena a canción de Arjona, suena a poema barato pero así es como es. Sin vos yo no sé.
 Estar enamorada es estar vulnerable. Es como quedarse en ropa interior adelante de un teatro colmado de la gente que te conoce, desarmada y a la expectativa de lo que pueda llegar a pasar. Necesitas cosas que jamás necesitaste y te empiezan a molestar cosas que vos jurabas que nunca siquiera te importarían. Ya no sos sólo vos, ahora pensas y actuás por dos. Y si pensas salir corriendo, notas que  de repente todas las puertas estan cerradas con candandos enormes. No te queda otra que afrontar la pesadilla y hacer de la situación lo mejor posible.
  Y como efecto causa-consecuencia te vas dando cuenta de esto es algo a lo que facilmente te podrías acostumbrar. Es una costumbre hermosa, aunque "hermosa" no sea la expresión más adecuada (es increible lo cortas que resultan las palabras cuando una quiere expresar algo tan profundo).
  Una falsa sensación de "para siempre" me invade cuando te tengo al lado, un deseo profundo de atarte a mi cintura para que nunca puedas escaparte.
 Sólo una cosa voy a pedirte por hoy: si el tiempo lo destruye todo, ayudame a destruirlo primero.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog