23.6.11

No hay nada más desesperante que una sucesión de días felices.

"... se siente como si no hubiera nada en el mundo que pudieras hacer al respecto." 
 No encontrarías descripción más exacta para definirlo. Es esa mezcla entre desesperación y ahogo tan placentera, aunque incluso termine por matarte lo repetirías incesantemente una y otra y otra vez . Porque se siente simplemente tan bien que podrías permanecer en ese momento sublime el resto de tus días, tan delicioso y amenazador. Es la verdadera felicidad y el peor de los dolores, las dos caras de la misma y única moneda. La utopía del poeta, el contenido de la musa, la sangre en las venas, el sueño eterno, la persecución de la misma gloria. La cosa más maravillosa que jamás aprenderás en la vida, la promesa de lo eterno que sabemos nunca se cumplirá; y aún así estamos dispuestos a transitar esta única chance persiguiéndolo.
 Siempre hay un poco de locura en el amor porque siempre hay un poco de razón en la locura. Racionalmente no puedo afirmarlo, ni siquiera sé si eso es posible; tampoco le soy fiel a los destinos cruzados y nunca aprendí a leerme las líneas de la mano pero  me pasa que entre tanta metáfora melosa rescato solamente una frase.
 Cuando los días pasan, cuando se convierten en meses o incluso años; cuando una coincidencia casual te produce de repente efectos que no estaban descritos en el prospecto; cuando el desconcierto no hace más que sacarte sonrisas la mayor parte del tiempo; cuando te sorprende en cada ridículo sueño, en cada esquina, en cada nombre, en cada objeto o incluso en toda canción que se te dé por entonar... justo cuando sentís que no hay nada en este mundo que puedas hacer para remediarlo. Como si no hiciera falta ajustar ninguna tuerca, como si pudieras tirarte desde el edificio más alto y descubrir en la caída que el frio y gris cemento ahora es gelatina.

Así se siente. Así me siento, desde hace tanto tanto tiempo.
Qué honor fue conocerte, el placer fue siempre mío.

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